sábado, 14 de junio de 2014

Volar no es lo mismo sin tus alas

El cielo no es lo mismo sin tus ojos,
tampoco el mar sin tus caderas
ni la playa sin tus huellas.

Desde que ya no estás cerca
nada es lo mismo.

Los días son más grises,
las noches más oscuras
y los domingos más domingos
es decir:
aburridos y tristes,
y sin esperanzas
de una semana
en la que pueda volver a verte.
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Querida,
mucho me temo
que tu nombre de princesa
no tenga cabida en este cuento,
por eso que tú sabes que aquí
no hay finales felices
-de esos que te mereces-
ni un hada madrina que diga:
"a las doce vuelves a casa"
ni calabazas  convertidas en carruajes
ni castillos
ni dragones
ni caballeros con corceles.
Solo yo luchando por no perder
el equilibrio.

Nada es lo mismo
y sin embargo todo sigue igual
estoy con mi cigarrillo de siempre
y mi botella de cerveza
como un idiota tratando de matar
las penas en cada trago,
pero ya sabes
"las cabronas aprendieron a nadar"
y yo
todavía
no he aprendido
a
volar
sin
tus alas.